Al final, tras muchas horas de reflexión, nadando en la confusión más cítrica de mi vida, he sabido lo que soy.
He descubierto mi naturaleza y, con ella, mi soledad.
Ahora estoy definitiva y dramáticamente sola …
Tenía que buscar mi media naranja. ¿Media? ¿Naranja? ¿Por qué? ¿Para qué quería yo, media naranja? ¿Y una pera? ¿ O una manzana?
Tenía frío y me sentía extraña. Todo mi cuerpo, en su superficie, parecía una gran herida, húmeda y brillante. Sensible al oxígeno y …frágil.
Sólo deseaba dormir…Que me dejaran, tranquila, en aquel lugar…
En mis extraños sueños, veía a mi madre, en el árbol, con el dedo extendido, señalándome acusadora: “Si no buscas tu media naranja, te oxidarás”. A mis compañeras, hablando de forma descontrolada, obsesionadas con la búsqueda de la mitad que le pertenecía a cada una… Todo el que pasaba por mi lado me increpaba: Tienes que buscar tu media naranja.
Era el único remedio a mi enfermedad: encontrar aquella maldita media naranja. Tal vez así, sabría quién era yo y, por fin, me completaría.
Y me dispuse a hacerlo. Me sobrepuse al dolor y al cansancio e intenté incorporarme para salir de…de…de un ¿Frutero? ¿En una nevera? Me despejé de golpe y miré a mí alrededor. Sí, estaba rodeada de limones, un melón y una lechuga y yo, yo…
La puerta de la nevera se abrió violentamente. Oí una voz humana: “Sólo necesito media más”. Pude atisbar lo que había en el exterior y mi corazón, lleno de vitamina C, se encogió, se plegó y amenazó con estallar en mil gajos. En una gran repisa de mármol, había un exprimidor. Destacaba, blanco y brillante…Amenazador. En la piña superior del artefacto de tortura, dolorosamente aplastada, vi a mi media naranja. No me dio tiempo a gritar. Alguien accionó una palanca y mi media naranja empezó a dar vueltas, enloquecida . Entonces, la puerta de la nevera volvió a cerrarse, sumiéndome en la más absoluta oscuridad.
El limón me dijo: Lo siento.
Y entonces, me di cuenta que yo …Era una naranja.
Concretamente, una de las mitades de una naranja…La otra, yacía allí fuera, convertida en zumo…
NB : He recordado este relato, al hacerme el zumo de naranja…Pobre naranja. Creo que soy cítricamente mala…
Llevo muchos años en completa soledad, salvo un inciso de seis meses que fue tóxico total… Aprendí a amar la soledad ella nunca engaña siempre sabemos a que atenernos… Me ha encanto leerte :)
Hola Casal, gracias! Si que es verdad que la soledad puede ser un amor, respecto a los amores tóxicos…Lo tóxico hay que ir eliminándolo de nuestras vidas…
¡Un magnífico relato!
O ácidamente inteligente, mejor ser una entera que estar buscando la otra mitad. Besos a tu corazón.
Y según qué mitad te toca, lo mejor es convertirse en patata! ;-)
Pues una vez eliminada una mitad invariablemente te vuelves la unidad completa. Sólo digo.
Tienes razón y me gusta la reflexión.En términos de totalidad, exprimida la media, la otra que queda es el total…Desmontas, de un plumazo – naranjazo , lo de la media naranja!!
Benditas sean las matematicas fruticolas para aliviar los desengaños. Salud con el zumo que quedó de la otra.
Pobrecilla mitad espachurrada!!! Y qué bueno estaba el zumo! ; – )
ja ja lo que eres citricamente es un sabor dulce y grato Bypils. Besotes media naranjita
;-)