Una visita a una Residencia de Mayores es una de las experiencias que más me ha ubicado en la #NuevaRealidad.
Una sola persona y la misma durante quince días. Sólo pasadas las dos semanas, podemos cambiar de visitante. Nos vemos en el jardín, a más de dos metros de distancia. Las visitas son cronometradas , máximo 30 minutos. Otras familias esperan su turno. Antes de entrar, cuestionario, toma de temperatura, teléfono de contacto, desinfección, mascarilla y protección facial de plástico .Ya no puedo abrazar, ni besar. Tampoco salir a pasear, ni parar en ese bar con la terracita perfecta para tomar un aperitivo ( escondiéndoselo a la enfermera que no nos pasa ni una, aunque sé que lo sabe… ; – ))
Todos los residentes y el personal han estado bien en los peores momentos de la pandemia y quieren seguir estándolo. Se lo agradezco profundamente.
Al agotar mis 30 ( bueno, fueron 34 ) minutos, salgo a la calle. La residencia está a una calle de la playa. El cambio de situación es radical : mucha gente, pocas mascarillas y sin distancia social ( es un concepto al parecer, complejo) .
@unitednations
El equilibrio pandémico entre la visita y la playa es difícil. El desequilibrio está en la playa, claro. No vamos bien…
NB : Eso sí, los veías ponerse protección solar. Algo es algo…