Hace unos años, un decorador amigo me dijo que un hogar se decoraba con el paso de los años, con cosas que vamos rescatando de aquí y allá. Me aconsejó no tener prisa a la hora de elegir un cuadro, un jarrón o unos cojines. Con el tiempo, mi hogar se ha ido modificando y creándose a la vez : una lampara de un mercadillo de Ibiza, una teera ( artilugio que antiguamente utilizaban para poner la tea. Yo tengo un velón) de la casa del pueblo de mis suegros ( artilugio que antiguamente utilizaban para poner la tea. Yo tengo un velón de proporciones gigantes) , las fotos en blanco y negro de los “moments” de mi vida (Ahora estoy haciendo fotos de momentos cocina : manos familiares pelando patatas y salpimentando, labios amorosos sorbiendo espaguetis, … Hagos las fotos y las paso a blanco-negro, modificando después los parámetros de exposición para que me queden muy contrastadas, las imprimo y las coloco en marcos idénticos, de color blanco del IKEA -Cada vez que voy , compro 4 ó 5 marcos, para no desistir en mi proyecto…-) 

Pero donde se me ha ido la olla es con los cuadros.

Los pinto yo.

Un tiempo atrás, se me ocurrió decorar las paredes con lienzos blancos a los que lleno de palabras. Normalmente se refieren a las cosas que para mi son “pequeños placeres” pero he llegado a escribir un cuadro que se disculpa por estar en un pasillo … En fin.