Ya no hay forma de dar marcha atrás. No sé si esto es un sueño o una experiencia entre mágica y mística pero…estoy aquí ¿Me habré dormido en el sofá? Lo último que recuerdo es estar encogida, llorando de pura tristeza, agarrada a aquel cojín…
Cada año, por estas fechas, me enfrento a eso que se llama “Hacer Balance”. A pocos días del 31 de Diciembre, todo el mundo se empeña en aglutinar las cosas buenas, las malas, las expectativas, la esperanza y la desesperanz… Es un comportamiento de histeria colectiva: Balances, balances, balances…
Los míos me llevan, inevitablemente, a un estado de frustración. Ninguno de mis planes se cumple… Ni mis deseos, ni mis sueños. Según el año, se añade a mi Balance alguna buena nueva, pero también las desgracias y los dramas de la vida. Y, yo, sigo transitando por el tiempo, como un poco despistada, afanándome en sobrevivir a cada nuevo día, pasando de año sin pena ni gloria…
Ni mis deseos, ni mis sueños…
Pero en este mismo instante, nada de esto es importante. Ni siquiera esos deseos, ni los sueños… Estoy en este precioso bosque. Siento el aire fresco, que me acaricia la piel, como vistiéndome y protegiéndome del frío… Soy como el aire…Me siento aire…Me desplazo, deslizándome, bailando al son del viento, deleitándome con los colores hasta que llego a una puerta blanca, preciosa, en la que hay una cerradura con forma de corazón.
La toco con la mano, suavemente y la puerta se abre. Al otro lado, un túnel de luz y hierba fresca. Quiero caminar por él…Noto la textura de la hierba en mis pies descalzos. Es suave y parece de algodón.
Mientras avanzo, vienen a mí , imágenes preciosas de experiencias vividas en este año. No son grandes cosas, son nimias pero, a la vez, son híper bellas. Un abrazo inesperado, paladear un cucurucho de helado en una cala solitaria, una inspiración con aroma a tierra húmeda, la emoción del último capítulo de un libro disfrutado, un desayuno dulce después de haber hecho el amor…
Mientras paseo, vuelvo a sentir las emociones de pequeños instantes que parecían insignificantes pero que van sumando, añadiendo y conformando mi Balance de este año… La alegría de un encuentro fortuito, la satisfacción al estrenar aquella camiseta tan especial, el olor a limpio en unas sábanas de algodón, las lágrimas emocionadas en un cine,…Todas esas microsensaciones van acumulándose en mi interior y me dan una foto, real, del balance de este año que ya se va…
Ya estoy llegando al final…Veo preciosas luces blancas, que iluminan todo a su paso. Son estrellas…
Allí, están mis deseos y mis sueños…Los veo todos, los imagino todos . Siento que están ahí, esperando que yo los haga realidad…No son nada, aún, pero están .
Al final del trayecto, me espera el equipaje. Son dos capazos de mimbre, sencillos, que contienen todas esas cosas sencillas…Me llevo todas mis experiencias, las que yo creía insignificantes, que ahora se han convertido en un tesoro de valor incalculable.
Ahí están todas. Y mis deseos… Mi Balance.
Cuando despierto, sé que todo ha sido un precioso sueño que mi mente, caprichosa, me regala con su recuerdo. Esto me extraña, ya que nunca me acuerdo de lo que sueño… Entonces, me llega un tenue olor a lavanda. Hay flores , en muchos rincones de mi casa y, allí, en una esquina al lado de la puerta veo los dos capazos…Están llenos y me sirven para recordar las cosas mínimas y bellas de las que he disfrutado.
Y mis deseos y mis sueños…
Espero no olvidarlo este año que llega. Y saber disfrutar lo que los nuevos tiempos traerán ( si lo hacen) pero…confieso que cada tarde, me recuesto en el sofá y agarro ese cojín. Adopto la misma posición que ese día e intento dormir para ver, si hay suerte, y me vuelven a llevar a ese lugar, en el que todo aquello que parece insignificante, se vuelve…brillante.
De momento, no lo he conseguido. Mientras tanto, intento ir identificando esos pequeños instantes maravillosos que ocurren cada día y no dejar de pensar en los sueños…Cuesta pero…hay que ir llenando esos capazos.
El balance, es un poco como decir.. «uff» y .. después, cuando se para uno en las pequeñas cosas, en los detalles que son los que hacen el puzle de cada día, no se puede evitar sonreir con la luna, con las estrellas, con el amanecer.. todo lo que disfrutamos sin tener que poseerlos.
El cojín.. me ha recordado los relatos de los objetos sencillos.
Besos!!!
Me está viniendo la cosa de hacer la continuación de “ Objetos Sencillos que tienes en casa” 😉
Qué bonito!!
Siempre que hacemos balance empezamos poniendo en la balanza lo no conseguido… que suele ser poco pero gordo y pesado, y tenemos que aprender a equilibrar ese fiasco que se nos viene encima al ver como se vuelca toda la balanza a la parte negativa, y rápidamente poner en la otra bandeja todos esos pequeños logros y disfrutes diarios que parece livianos pero que juntitos y acumulados harán cambiar de lado la balanza y nos hará ver que fue mucho mejor de lo que creemos.
Besos.
Pienso que para valorar las cosas sencillas es necesario un “entrenamiento”.Hay gente capacitada de nacimiento, pero la mayoría nos hemos de “obligar” a recordarlo…Yo lo hago con estos textos.
Un beso sencillo.
Precioso.
Yo hace tiempo escrbia mi balance del año en mi diario. Ya no. Solo intento recordar lo bueno y mirar con esperanza al año nuevo es un año como todos, es una creacion de la mente humana. El tiempo es un continuo en el que no hay años buenos ni malos solo recuerdos y esos capazos de cosas sencillas.
Me gusta pensar en ellas y guardarlas para acudir a ellas en los momentos duros.
Ui … me has pillado en un momento reflexivo.
Besos
Me ha encantado tu momento reflexivo! En realidad, la frontera del año nuevo, como bien dices, es artificial pero, como somos así de caóticos, nos tienen que regular artificialmente, lo del balance…Llenemos los capazos! Besos, Efw